O
cada vez parece que hay museos de todo o es que no nos damos cuenta de que
pasan muchos años y lo que hemos vivido se convierte en historia. A veces se
exageran las historias quizás pensando que ya cometimos errores al destruir
algo que de verdad lo era. Rehabilitar debe ir acompañado de reciclar, re-usar.
Un edificio que ya no se use y esté descuidado puede volver a ser útil y no
tiene porqué reconstruirse y quedarse como una escultura visitable. Esa función
solo la merecen los lugares donde verdaderamente se forjó historia. Defrauda
pagar por visitar un edificio reconstruido queriéndose asemejarse a la época en
que se construyó y que en realidad, no cuente nada.
Es
el uso el que mantiene a la arquitectura. No todos los edificios históricos
merecen ser expuestos y utilizados como forma de lucro sinsentido. La
arquitectura pervive por su riqueza de ser disfrutada, habitada. Con ella
se disfruta la vista, se toca, se respira, se recorre....
Es
extraño el contraste pero bonita la idea de dar otra vida. Así pensé al ver en
la tele una iglesia con sus grandes muros imitando al gótico de EEUU que ahora
se había convertido en una discoteca-salón de celebraciones. O cuando descubrí
que la casa donde vivía el hombre más importante de Huelva (para mí, Wilhelm
Sundheim, creador de la Rio Tinto Company Limited) fue la discoteca a donde
iban nuestros padres y a la que voy yo ahora, con su porche a la entrada para
disfrutar de una bebida en mi jardín, desde mi butaca, desde mi casita.
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