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Triana es cerámica

Cuando conocí la idea y el proyecto de la creación de un Museo de la Cerámica en Triana sentí la ilusión y ganas de comprobar como surgiría tal elemento. El fin de su creación es eminentemente turístico, pues es uno de los numerosos proyectos que conforman el Plan Turístico de Sevilla. Pero también debe poner en valor la actividad propia que el barrio de Triana ha mantenido a lo largo de su historia. Aún hoy día se mantienen pequeños talleres diseminados por todo el barrio, concentrándose esta actividad entre las calles Alfarería y Castilla, por donde se respira en especial la esencia de la cerámica y como su auge desarrolló todo un barrio a la otra orilla de la ciudad convirtiéndose en lugar referencial, que a pesar de perder fuerza con el paso del tiempo, siempre mantuvo su llama precisamente por crear vida alrededor de esta actividad (caso antagónico a la fábrica privada de La Cartuja, que quedó tristemente abandonada), siendo uno de los barrios con más energía e idiosincrasia en la actualidad. Por ello Triana solo se entiende a partir de la cerámica que la hizo posible. 



De aquí la importancia de recuperar, pero sobre todo, dar a conocer, lo que la cerámica supone para Triana. De aquí el éxito de este proyecto, y a mi entender, de la propuesta que  le ha dado cuerpo. 
El emplazamiento escogido supone la rehabilitación del hito más representativo en la dupla Cerámica-Triana, como es el edificio de la compañía de Santa Ana, en la calle San Jorge, junto al Puente de Isabel II. Es el máximo referente, y la imagen que a todo sevillano se le viene en mente. Y se plantea volver a darle uso, recuperando sus hornos y estructuras, para apreciar y conocer la actividad manual desarrollada, unida a la actividad artística necesaria, que con talleres, puede llegar a todos los públicos. Un centro de interpretación, donde el visitante es partícipe del proceso creativo y constructivo, haciendo suya la actividad, comprendiéndola desde dentro. Así es como se hace memoria y recuperan actividades perdidas con el paso del tiempo, pero que siguen presentes en la memoria de un lugar. 


El proyecto ganador (af6 arquitectos) auna estas ideas, dotándoles de una envolvente arquitectónica expresiva y de reminiscencias a la actividad cerámica. Se querían conservar las instalaciones existentes, por lo que tras restaurarlas, se plantea un recorridos elevado perimetral, apoyado en los muros preexistentes de la parcela. En él se suceden espacios amplios y abiertos con otros estrechos y en penumbra, donde se van desarrollando vistas de las instalaciones, exposiciones tanto permanentes como temporales, y lugares donde experimentar la actividad alfarera. 



Solo queda comprobar que lo ideado y planteado idealmente se convierta en realidad. A día de hoy, apenas es conocida la intervención, a lo que se suma los retrasos en su puesta a punto e inauguración. Desde luego, se trata de un lugar único donde redescubrir una de las actividades artesanales e industriales más importantes de la ciudad, y una oportunidad única para que esta repercuta sobre la ciudadanía. Impaciente estamos ante su apertura, para saber si se cumplen nuestras altas expectativas.



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